Con el uso y masificación de las tecnologías de información se han creado nuevos espacios virtuales de socialización: las redes sociales virtuales, popularmente representadas en Facebook, Twitter, grupos de Whatsapp, entre otros.

Estos espacios, dada la posibilidad del anonimato, han sido reflejo de los códigos de valores y actitudes clasistas, racistas, misóginas y lgtbfóbicas de las sociedades mismas que se mediatizan por efectos de la globalización y la cultura del apuro en tiempos de vértigo donde la noticia de hoy será vieja la semana siguiente.

En ese sentido, me parece que empezamos a presenciar el surgimiento y sofisticación del acoso callejero hacia las mujeres, una en donde hombres de diferentes edades, usan y abusan de las facilidades que brinda el acceso a una cámara fotográfica o de video a través de los dispositivos celulares para ejercer una nueva modalidad de apropiación de los cuerpos de las mujeres que me permitiré llamar “Picsexing” o “Vidsexing”.

Esta modalidad de acoso consiste en tomar, sin autorización, fotos o videos de los cuerpos de las mujeres o algunas de sus partes en específico. Es la variante del fetichismo hipersexualizado  que cosifica los cuerpos de las mujeres o la reduce a una de sus partes, lo tanto, generalmente el ojo masturbador se dirige hacia los glúteos, las piernas o los senos, principalmente.

Así como el acoso sexual no está limitado a un espacio o geografía, dado que es el ejercicio de un poder que se asume como privilegio masculino, estas fotografías o videos son la punta del iceberg de toda una cultura normalizada de acoso hacia las mujeres que se justifica, por los hombres claro está, como un ejercicio lúdico inofensivo.

Pareciera que es otra forma en que la forma de vestir de las mujeres justifique esos actos de acoso: mujeres en bikini en la playa, mujeres con falda que se dirigen a la oficina, mujeres que caminan en shorts bajo un sol de verano, mujeres en bikini que se relajan en la playa, incluso mujeres con pantalones que usan transporte público para dirigirse a su destino, nadie se salva.

Y no es el cuerpo ni la ropa, sino la carga simbólica de dominio sexual que le atribuye ese ojo acosador ya que en algunos casos autodenominan a este acto “cazar”.

Una variante más invasiva de esta forma de acoso consiste en tomar fotografías o videos desde sitios o ángulos estratégicos para fotografiar la ropa interior de las mujeres que usan faldas o vestidos. Generalmente aprovechan las escaleras, los elevadores, la disposición de los asientos, y cualquier espacio que les permita capturar fotografías de la ropa interior como si fuera un acto simbólico de robar la pantaleta o meter la mano bajo la falda. En definitiva, un acto de apropiación violento.

Quienes ejercen esta nueva forma de acoso, me parece que hacen una mala interpretación del anonimato y la privacidad. Que la persona a la que se le toma la foto o el video sea desconocida e incluso no se le vea el rostro no atenúa el ejercicio violento de apropiación de su imagen. Que esas fotografías o videos se difundan en grupos de mensajería instantánea como whatsapp entre las amistades no quiere decir que se les da un uso “privado”, menos aún en cuentas anónimas de Twitter o Facebook.

Además, esta forma de acoso tiene un fuerte componente social. Generalmente las fotografías o videos son tomados para ser compartidos ante la complicidad de otros ojos  que normalizan y validan este acto de acoso celebrándolo, siendo partícipes de la valoración de los cuerpos ahí capturados, o incluso a través de la indiferencia silenciosa.

Este componente social, creo, tiene una fuerte carga de legitimar en su imaginario la idea de hegemonía masculina donde el cuerpo femenino es algo que se puede cosificar, medir, evaluar, criticar, burlar y compartir para que otros hagan lo mismo.

Esta nueva tendencia parece que ya ha encontrado eco en las industrias que se han caracterizado por incrementar sus utilidades mediante campañas sexistas, como Calvin Klein[1] donde aparece la imagen de la modelo Klara Kristin, con una fotografía tomada desde debajo de su vestido que permite ver su ropa interior:

calvins1ok

Ya existen también cuentas en Twitter y en Facebook donde diferentes usuarios que se autodenominan “Voyeurs” se dedican a compartir las diferentes fotografías para ampliar el impacto de legitimación social hacia estos actos[2] donde incluso algunas cuentas tienen más más de 25 mil seguidores:

Me parece importante visibilizar que estas prácticas representan una modalidad de acoso repudiable para evitar su normalización y legitimación social ya que forman parte de toda una cultura de violencia hacia las mujeres que también ha sido indiferente a las miles de desapariciones y asesinatos de niñas, adolescentes y mujeres, como formas extremas de violencia misógina.

Rebeca Garza

25 de junio de 2016

[1]¿Esta campaña de Calvin Klein exalta el acoso sexual? . Sitio “Dinero en imagen”. Liga: http://www.dineroenimagen.com/2016-05-16/72996#imagen-1 (Consultado el 25 de junio de 2016)

[2]Caza” mujeres en la calle y publica fotos en Twitter. Sitio “Cach News”. Liga: https://www.cachnews.com/notes/view/25013 (consultado el 25 de junio de 2016)