Con la reforma de derechos humanos de 2011, México ha estado viviendo cambios legales y sociales impulsados por organismos de la sociedad civil y colectivos históricamente vulnerados vindicando su derecho a la igualdad y denunciando actos de discriminación y violencia tanto de la iniciativa privada como de las propias instituciones públicas.
La lucha feminista por el acceso a los derechos sexuales, reproductivos y por los derechos políticos, más recientemente, las luchas por el reconocimiento del matrimonio igualitario y la adopción homoparental han estado en el centro del debate público.
Si bien, los derechos humanos han sido la palanca de cambio para impulsar este avance en la progresividad y universalidad de los mismos es importante señalar que se empieza a ver una apropiación de derechos humanos de parte de grupos conservadores, para exigir el NO reconocimiento de derechos humanos de otros sectores de la población, por ejemplo:
- Como cuando se exige bajo el derecho de libertad de creencia que el matrimonio entre personas del mismo sexo es contra natura o que el matrimonio sólo es entre el hombre y la mujer.
- como cuando se exige que las familias homoparentales no deban adoptar porque se asume que el hijo o la hija no vivirá una vida feliz o sana argumentando el interés superior de la niñez.
Lo anterior, puede hacer creer que se está ante un conflicto entre dos derechos humanos fundamentales, pero si se analiza con detenimiento quedará evidente que bajo ese supuesto discurso de derechos humanos subyacen prejuicios hacia categorías claramente protegidas en el artículo 1 Constitucional.
Recordemos que la teoría de derechos humanos contiene dos principios como la progresividad y la universalidad. Es decir, la obligación del Estado de reconocer la dignidad inherente a todas las personas, sin distinción alguna, y buscar en cada momento la evolución constante hacia una más amplia y mejor protección de los derechos humanos para todas y todos.
Por lo tanto, cualquier discurso que busque limitar derechos de grupos históricamente vulnerados bajo el propio discurso de derechos humanos, tendrá que ser revisado con mucho mayor detenimiento y especialmente las autoridades deberán tomar en cuenta los prejuicios introyectados en los colectivos que exigen limitar derechos a partir de un discurso de derechos humanos así como en las autoridades que toman decisiones al respecto.
Porque en derechos humanos la ruta debe ser siempre hacia adelante, hacia arriba y hacia la periferia.
Rebeca Garza
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