Las muertes que no se nombran


En estos días de muertos, en muchas familias mexicanas recordarán a quienes han fallecido.

En algunos hogares hasta pondrá altares y tendrán pensamientos amorosos y de bienaventura.
Sin embargo, hay unas muertes que no serán nombradas y si lo hacen las nombrarán mal. 

Son las muertes de sus parientes trans*. Son la muerte de su hija o su hijo, de su padre o su madre, de su hermana o su hermano.

Poco importa que su muerte haya sido en la pobreza, la exclusión y en la mas sombría tristeza. O que haya sucedido después de dolorosas enfermedades agravadas por la falta de acceso a la salud o como consecuencia de tratamientos quirúrgicos o cosméticos realizados por personas charlatanas. 

O incluso que hayan sido asesinadas por disparo, por degollamiento, por golpes, o que hayan pasado por tortura y que sus cuerpos hayan sido abandonados en terrenos baldíos, en montes, en calles oscuras o en indiferentes cuartos de hotel.

De estas muertes no se hablará en estos días. Ni mucho menos recordarán el desprecio y el rechazo que les hicieron en vida y les llevó a vivir una vida soledad y marginación. De la forma en que les juzgaron y les negaron el reconocimiento a su identidad tanto en vida como en muerte en vez de darles apoyo, amor y acompañamiento incondicional.

Y algunas familias ni siquiera tendrán idea de cómo habrán fallecido porque al expulsarles de su casa no quisieron saber más de ellas y de ellos.

En este día de muertos recordemos a esas muertes que no se nombran. La muerte de nuestras hermanas y hermanos trans*.

Rebeca Garza

… y muchas, muchos más .

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