Sobre «Sujetos Excéntricos de: la teoría feminista y la conciencia histórica» de Teresa de Lauretis… y otros textos 


Aquí el texto de referencia. 

Teresa de Laurentis propone desarrollar lo que llama la conciencia entendida como “la reconstitución crítica y colectiva del sentido de la experiencia social de las mujeres, como lo viven ellas mismas…) para dar forma a una teoría crítica feminista que se cuestiona a sí misma al cuestionar su “su propia relación o complicidad con esas ideologías, su propio cuerpo heterogéneo de escritos e interpretaciones, sus supuestos y términos básicos y las prácticas que la capacitan y son la base de su surgimiento”.

El término de la conciencia me parece un punto de partida muy complejo porque señala de Laurentis que “no es sólo una reacción a (luchar contra) la opresión. Es también una revaloraciónconceptual de todo el mundo social, su nueva reorganización con nuevos conceptos, desde el punto de vista de la opresión… un llamado a la práctica subjetiva y cognitiva.”.

A esto, de Laurentis le llama el tercer momento de la teoría feminista (¿tercera ola?) al inicio de su escrito cuando propone las características, que incluso ya empezamos a identificar en los debates contemporáneos relacionados con el género, el cuerpo y la sexualidad, como: del pasar a un sujeto monolítico y estable a uno fluido y sin fronteras definidas y el de re-articular el debate relacionado con los diferentes intersecciones de opresión que no serían como capas que se superponen sino que se vinculan, mezclan e interactúan “encarnadamente” en los diferentes niveles sociales y subjetivos.

Dado que el proceso de “comprensión” del sujeto o de la conciencia está contextualizado a un momento histórico, geográfico, social y subjetivo en constante cambio entiendo así la razón por la que de Laurentis hace un repaso entre las teorías marxistas, el feminismo de la igualdad y el de la diferencia que si bien lograban aprehender una parte de la compleja relación de la opresión de las mujeres por parte de los hombres eran insuficientes al universalizar y/o esencializar las categorías de opresión de forma aislada y ajenas a otros contextos.

Entonces, sugiere la herramienta del psicoanálisis lacaniano para desarrollar un punto o herramienta de resistencia contra la institución de la heterosexualidad que cosifica, objetiva y erotiza los cuerpos de las mujeres a partir de la construcción de una geografía identitaria fuera del binario femenino-masculino consciente además de las especificidades e incluso las contradicciones que se puedan dar entre las diferentes categorías capitalistas, raciales o colonialistas.

Retoma a Witting (en realidad cita a varias autoras pero retomo lo que refiere de ella) cuando propone el sujeto llamada lesbiana (sociedad lesbiana) que va más allá de la orientación sexual y de la negación por desempeñar “rol de mujeres” sino como una especie de comunidad imaginaria fuera de la institución de la heterosexualidad al negarse tanto como hombres y mujeres.
Esto me recordó al texto»El ojo saturado de placer» de María Rubio que sugiere la desaparición o negación del cuerpo femenino aún a costa del propio placer visual como la estrategia más crítica y radical para destruir el «placer del ojo masculino» que ejerce el poder de legitimar la diferencia  sexual para subordinar lo que se considere femenino bajo lo masculino.

De Laurentis, propone que esta tercera etapa de la teoría crítica feminista “renuncie a su hogar como lugar seguro” que entiendo no solo implica mirarse a sí misma y cuestionarse sus propios discursos hegemónicos sino aventurarse a lo conceptualmente desconocido y riesgoso donde ni siquiera contamos con el lenguaje para asirlo pero que existe encarnado en las personas y que cuando han tenido la oportunidad han hecho su propia crítica como cuando narra las reivindicaciones de las mujeres negras y, así entiendo, cuando se refiere a la “teoría de la carne” (cuando retoma a Cherrie Moraga).

Y, aquí es donde pienso en Alba Pons Rabasa cuando señala que el estudio de lo Trans* (no limitado sólo a lo transgénero/transexual pero también enriquecido de sus reflexiones críticas y experiencias) como epistemología puede significar lo que Celia Amorós llamó “Vetas de ilustración” -entendido como “procesos crítico-reflexivos dentro de culturas ajenas o diferentes a la Ilustración Occidental y que amplían su concepto de universalidad y, por ende, lo vuelven más plural”- a la teoría crítica feminista en esta tercera etapa.

Es decir, lo trans* como herramienta conceptual tiene el potencial de dotar de mayor pluralidad e inclusión la nueva teoría crítica feminista que emerja a partir de cuestionarse sus propios discursos que invisibilizan privilegios al mismo tiempo que puede permitir tender los puentes entre los espacios que se han abierto a partir de las construcciones identitarias que han ido surgiendo y se piensan fijas, definidas, con intereses, agendas y luchas propias.

Es pues, esta conciencia de la que habla de Laurentis y que alimentaría esta teoría feminista lo que permitiría pasar de las identidades a las identificaciones, como lo señala Sofía Argüello, en donde ésta última constituiría “grupos emergentes en relación con demandas políticas” y “formas en las que los actores sociales asumen una posición de sujeto en las configuraciones sociales en las que interactúan”. Esta idea tendría presente el carácter procesual, relacional y colectivo de la emergencia de las identidades al mismo tiempo que se evitaría el borrado de las diferencias intragrupales.

Rebeca Garza

@Rivka_Azatl

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