El aumento del 20% de gasolina así como la escalada inflacionaria con la que inició el año 2017 ha suscitado una serie de movilizaciones ciudadanas en señal de protesta.
Si bien, ha habido noticias que se han centrado en actos vandálicos hay que tener cuidado en no caer en la seductora idea de criminalizar la protesta.
Hay voces que dicen que las personas más que protestar deberían enfocarse en trabajar más, generar más productividad y esto, a su vez, detonará el desarrollo para todas las personas, sin embargo, no comparto esta opinión especialmente en un contexto de país donde no sólo hemos avanzado muy poco en temas de transparencia y rendición de cuentas, sino que hemos tenido retrocesos especialmente en lo que se refiere al acceso a los presupuestos y deudas públicas así como el llamado a cuentas a personajes con cargos públicos ante supuestos casos de desvío de recursos y enriquecimiento ilícito.
En un país donde 5 de cada 10 personas viven en la pobreza, donde el año pasado 2 millones de personas han incrementado las filas de la pobreza, en donde los estados donde más creció la pobreza han sido entidades con gobiernos que han sido denunciados por opacos y con finanzas públicas en crisis como Morelos, Estado de México, Veracruz y Coahuila[1] ¿acaso la opción es dejar de protestar?
Al contrario, ahora más que nunca nuestro país requiere de una ciudadanía activa, que dialogue con sus autoridades, que exija la verdad acerca de los problemas públicos y, si bien, existen muchas vías para hacerlo, las manifestaciones públicas son una vía legítima cuando la ciudadanía no se siente escuchada para así poder posicionar temas en la agenda política y en la opinión pública.
Porque nuevamente estas situaciones incremento de precios no nos afectan a todas las personas por igual. Hay quienes tenemos un trabajo estable y un ingreso fijo y quizá nuestro reto sea ajustar ese presupuesto, pero existen casi 30 millones de personas que tienen un empleo informal[2], poco más de 2 millones sin empleo y el 75% de la población se encuentra excluida de los beneficios de la seguridad social.[3]
Y estas personas generalmente tienen rostro de mujer, muchas de ellas indígenas, y pueden ser lesbianas, bisexuales, trans o son intersex, o se encuentran en situación de migración o con discapacidad, o son madres de familia o viven sin el sostén de un núcleo familiar.
Porque no todas las personas tienen la posibilidad de salir a protestar por encontrarse en situaciones de terrible precariedad social y económica. Por tanto, ¿dejar de protestar sigue siendo opción?
Rebeca Garza
@Rivka_Azatl
[1] “6 gráficas que te explican cómo es la pobreza en México” http://www.elfinanciero.com.mx/pages/asi-es-la-pobreza-en-mexico.html
[2] “La realidad del empleo y desempleo en México”: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/la-realidad-del-empleo-y-desempleo-en-mexico.html
[3] “En México, 75% no tiene seguridad social”: http://eleconomista.com.mx/finanzas-publicas/2016/06/14/mexico-75-no-tiene-seguridad-social
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