A propósito de este maravilloso texto de Jessica Marjane, fundadora de la Red de las Juventudes Trans México: «Salí del clóset tres veces (para no volver a entrar)».
Se supone que el 11 de octubre fue el Día para Salir del Closet, y como claramente señala Jessica Marjane, existimos personas que tenemos que salir del closet varias veces (la cito):
«Es necesario hacer consciente que salir de cualquier clóset es un proceso personal. Nadie tiene que obligar o juzgar a alguien por hacerlo o no, Simplemente disponernos a dar la bienvenida a la diversidad es el primer paso y sumarnos a construir las condiciones para que no haya más clósets que salir es también una constante donde no basta decir yo no discrimino, intervengo, me sumo éticamente y cuestiono “lo normal”. ¿Por qué alguien, en términos del deseo y la identidad, tendría que tener miedo de ser quien es? Sí, es hora de cambiar la historia que nos contaron. No hay nada que cambiar, no hay enfermedad lo único que hay es una diversidad viva.»Jessica Marjane
En mi caso, tuve una experiencia algo parecida: salir del closet gay (porque no había otra geografía identitaria donde ubicarme en mi época en Nuevo León -estado muy conservador- sin que recibiera la sanción que en los 90’s recibían las personas trans), luego como persona andrógina a fines de los 90’s e inicios de 2000, posteriormente como trans* en el nuevo milenio pero performando de acuerdo al contexto y a los espacios de libertad y afectivos que iba ganando (entonces se les llamaba «part-time» y «full time»), luego salí del closet en el trabajo como mujer trans* en 2006 (que como diría el comercial, «esa es otra historia»), luego viví como «stealth» un par de años o como diría Julia Serano, bajo el privilegio cisgénero condicionado a que no me enunciara trans* en los espacios sociales -como grupos feministas que ingresaba, en redes sociales e incluso con personas que recién conozco pero que bajo esta cisnorma asumen de antemano -a veces- que soy cis y los nuevos espacios familiares -como mi familia política que amo y me aman mucho- y las reacciones de que soy trans* siempre siguen siendo variadas, por ejemplo, unas sorprendentemente afectivas, otras de rechazo y estigma, otras de morbo y otras que me quieren cosificar y sexualizar. Después me di cuenta que eso era otra forma de closet que posteriormente tuve que salir motivada principalmente por decisiones políticas para visibilizar todas las violencias que vivimos las poblaciones de las diversidades sexuales y de género a las que hace referencia Jessica en su escrito.
No hay un sólo clóset, hay muchos. En unos decidimos estar de forma voluntaria y en otros nos han obligado a estar estas normas sociales binarias así como la heteronorma. Y en muchas otras ocasiones es hasta una decisión estratégica de supervivencia en países tan intensamente violentos como México donde se asesinan 7 mujeres al día, donde México es el 2do país más transfeminicida del mundo y en donde lamentablemente el discurso trans excluyente (feminista o no) cada vez parece tomar más fuerza.
Rebeca Garza