Fuente: Diario.MX de Ciudad Juárez, Chihuahua.

De: Hérika Martínez

Ciudad Juárez— Violet salió hace un mes de El Salvador como parte de “otra caravana”, una formada por 11 mujeres trans que decidieron huir de la violencia que ejerce la Mara Salvatrucha contra su comunidad, para ir en busca del llamado sueño americano.

Con ellas iba a venir Loly o Lolita, de 20 años, pero con su trabajo en una estética no pudo juntar dinero para el viaje y se tuvo que quedar en la ciudad de Sonsonate, donde el pasado 8 de febrero fue asesinada a machetazos.

“Nosotros ya estábamos en la Ciudad de México cuando supimos que la mataron… dijo que no tenía cómo venirse y que le daba miedo. Nosotros nos decidimos salir de nuestro país por la violencia y la discriminación. Las pandillas nos odian, cuando nos encuentran en la calle nos gritan cosas, nos pegan, nos violan y luego nos matan para que no digamos que tuvimos que ver con ellos”, aseguró Kendra, de Santa Ana, El Salvador.

Desde hace nueve días, ellas permanecen en un área especial de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, donde prefieren mantenerse todo el día aparte para no tener problemas con el resto de los más de 600 migrantes que actualmente viven en el albergue católico.

Con ellas viene también Britny, quien busca el asilo político en Estados Unidos para ir a trabajar a Miami.

Violet tiene una tía en Estados Unidos, pero no sabe en qué ciudad está, lo único que sabe ahora es que no quiere regresar a su país porque le da miedo que la maten igual que asesinaron a su amiga Loly o igual que asesinaron hace días a Camila, otra mujer transgénero que el año pasado formó parte de una caravana migrante, pero fue deportada por Estados Unidos.

«No podemos regresar a nuestro país porque a las personas como nosotros las pandillas nos matan. Nosotras sólo buscamos vivir en paz, protección, igualdad de género y trabajo, no somos criminales”, le dijeron al Gobierno de Donald Trump.

En San Salvador, Violet trabajaba en un restaurante-bar de 3 de la tarde a 3 de la mañana, y ganaba 10 dólares al día, pero tenía que pagar un dólar diario de cuota a los grupos criminales para que la dejaran trabajar, además de que pagaba 50 dólares mensuales de renta, más servicios como luz, gas y agua.

“Nos dijeron que Juárez era una frontera donde no había muchas personas, porque Tijuana está superlleno. Nos dijeron que en Juárez nos iban a conseguir un lugar”, aseguraron sobre su decisión de cruzar por esta ciudad.

Ellas cuentan con la numeración 5 mil 706 a la 5 mil 718, pero debido a que hasta la mañana de ayer habían cruzado a Estados Unidos hasta la numeración 5 mil 371, esperan estar en Juárez al menos una semana más.

Hasta hoy lo más difícil de ser migrante para ellas ha sido “el bullying de las personas”, pero también han resentido el frío de Juárez, ya que están acostumbradas al calor, y extrañan la comida típica de El Salvador, en especial las pupusas, como llaman en su país a unas gorditas de maíz similares a las que se hacen en nuestro país.