Cuando cumplí 5 años mi mamá me llevó a una juguetería -como siempre lo hacía- para escoger mi regalo. Me quede un largo rato viendo figuras de acción (Batman, Supermán) pero yo quería a la Mujer Maravilla. En mi imaginación jugaba con mi lazo de poder.

Al final, mi mamá me preguntó qué había elegido. Con temor y sin decirlo directamente solo señalé a la Mujer Maravilla. Mi mamá me preguntó si era lo que yo quería. Con miedo y emoción dije que sí. Y me la compró. Se volvió mi juguete más preciado.

36 años después me sorprendieron con este pastel de ¡la Mujer Maravilla! Y recordé lo importante y trascendental que ha sido el apoyo, amor y comprensión de mi familia, aún con sus propios, conflictos y dudas por el rechazo social para ser una mujer #trans adulta viva y plena.