Ha habido mucha desinformación, alguna mal intencionada y otra por desconocimiento, acerca de los derechos humanos de las infancias y adolescencias trans que reconocería y protegería la iniciativa de la CDMX y la colocaría como una con los más altos estándares en derechos humanos en esta intersección de edad e identidad de género.
Tanto la iniciativa como las infografías han sido construidas e impulsadas por activistas, muchas de ellas madres de familia de hijxs trans como Tania Morales que conocen en carne propia las dificultades que las infancias trans viven cotidianamente así como activistas y colectivos trans y alianzas cis.
Invito a leerlas con calma y detenidamente, poniendo conciencia en las emociones que les producen y profundizar si detrás del detonante existe un prejuicio social moldeado por años de estímulos cissexistas, transfóbicos y adultocentricos.
¿En qué se sustenta el argumento de que las infancias trans “no saben lo que son” o lo que sienten? Quienes lo argumentan, ¿cómo se hubieran sentido que al momento de expresar su identidad y sus sentires sólo obtuvieran rechazo, burla, regaños y exclusión? ¿No es más sano -en lo físico y en lo emocional- apostarle a la receptividad sensible sobre lo que la otra persona tiene que decir especialmente si nos habla desde el dolor, desde la tristeza o incluso si se manifiesta con el más solitario silencio y auto-aislamiento?
El reconocimiento de la dignidad humana implica cuestionar desde qué lugar miramos y nos expresamos (¿mi condición de persona adulta me da la autoridad de legitimar o descartar lo que tienen que decir lxs niñxs?) y hacia que lugar dirijo mi discurso (¿mantendrías ese mismo discurso si tu fueras esx niñx?).
Detrás de esta iniciativa y de estas infografías veo madres luchando con amor, con dignidad y con rabia desobediente por la dignidad humana de sus hijxs. Veo una gran enseñanza ética hacia quienes dicen luchar por la vida ya que una vida sin reconocimiento a su dignidad ¿es vida?
Veo que las alianzas entre personas trans y cis pueden ser profundamente amorosas y políticamente potentes para dar voz a quienes este sistema adultocéntrico históricamente niega: a las infancias.
En un contexto regional y mundial donde la polarización parece ser la norma, he aquí una posibilidad hacia otros horizontes donde cualquier infancia pueda tener una trayectoria de vida con menos restricciones sociales y por lo tanto menos violentas, más libres y más consciente de la riqueza de su individualidad que da materia a la diversidad humana.
Rebeca Garza













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