En mi primavera, florezco. Atrás quedaron los gritos ahogados. Que me ahogaban, que ahogué.
Fui una sonrisa apagada, Una mirada perdida, un cuerpo temeroso,
Me aislé del aislamiento Y en ese no-espacio me encontré.
El encuentro nació de un desencuentro Alimentado por la perversidad Que no grita pero ensordece Que no toca pero lastima
A ese desencuentro Le llamé sufrimiento
Ahora entiendo mejor Aunque no lo comprendo todo Ahora entiendo su sufrimiento Queriéndome arrastrar Queriéndome ahogar Queriéndome abrasar
Y comprendí que el viento También arrastra Que el agua también ahoga Y que el fuego también abrasa
De la misma manera Que el viento limpia Que el agua nutre Y el fuego cauteriza
Se arrastra lo que se aferra Se ahoga lo que sobrepasa Y se incendia lo que se consume
En mi otoño de hojas secas Mis pasos fueron crujir Sobre hojas antes vivas y verdes Ahora oscuras, ahora muertas
O eso creí Eso pensé
Cuando dejé de aferrarme Cuando me permití sobrepasar Cuando deje de temerle al sol
Cerré mis ojos Y escuché la vida dentro de mi Sístole y diástole unidas por el silencio
Y bailé con mi propia danza Que se mece sutil De adentro hacia afuera De afuera hacia dentro Con la caricia del aire Que me alimenta, que alimento Y del que formo parte.
Y vi mi lugar en esa otra danza Infinita y verdadera Vigorosa y vibrante Que se alimenta de otras danzas Sobre otras hojas muertas Hasta la temporal oscuridad del ocaso.
Rebeca Garza
“El camino, no el destino”.
¡¡¡Gracias por compartir !!! También me encuentras en twitter como @Rivka_Azatl , saludos .
Deja una respuesta