1. Tener un correo electrónico por 4 años con mi nombre asignado al nacer mientras socialmente ya se me reconocía como Rebeca porque necesitaba mi acta de nacimiento rectificada para que Sistemas los rectificara.
2. Vivir y soportar que por el argumento de la certeza jurídica, Durante los 4 años que duro mi lucha por el reconocimiento de mi identidad de género, en los actos oficiales se me malgeneralizara y se me desgeneralizara (El pretexto eran actas que casi nadie lee).
3. Tener que cumplir las mismas actividades de gestión institucional que el resto de mis colegas con el obstáculo de que cuando las personas se enteraban de mi nombre legal y luego de mi expresión de género, muchas alianzas se echaba para atrás y mi trabajo se complicaba.
4. Que esas diferencias no eran tomadas en cuenta durante mis procesos de evaluación lo que implicaba que me tuviera que esforzar más y no darme cuenta que eso acrecentaba mi ansiedad.
5. Vivir una forma de acoso sexual por teléfono cuando realizaba gestiones institucionales pero cuando me presentaba de forma física o presencial con ciertas alianzas recibía indiferencia o Franco rechaza.
6. Lo anterior implicaba volver a empezar desde cero un trabajo que ya había iniciado sin poder desahogarme con nadie porque era una realidad que solamente yo vivía .
7. Qué cuando lograba encontrar alianzas “bien intencionadas“ recibiera comentarios como: no sabía que eres trans, no pareces trans, entre otros comentarios que al inicio me tomaban por sorpresa y poco a poco fui aprendiendo a responder de una forma más asertiva.
8. Que las violencias que yo vivía en mi entorno laboral se invisibilidaban con la frase: “estás abriendo brecha“. De los procesos de dolor, ansiedad e inquietudes emocionales no había espacio para hablar.
9. Darme cuenta que las personas cisgénero me trataban diferente a mí con respecto del resto de mujeres cisgénero por el solo hecho de ser trans. Hablo de cosas tan cotidianas como el saludo que en mi caso seguía siendo bajo dinámicas masculinas.
10. Qué durante los cuatro años que duró la rectificación de mi acta de nacimiento, se me exigiera que ciertos comprobantes fueran con mi nombre legal si no se me exigían reembolsos como en boletos de autobús, en hospedaje, sin importar que eso me colocaba en riesgo.
11. Recibir comentarios o escuchar comentarios de personas que decía que “yo era una mala imagen”, “Que daba mal prestigio”, o que que el simple hecho de defender mis derechos le llamaran “mi activismo“ con un tono peyorativo y que “buscaba protagonismo“.
12. Que se me dijera que colocar los derechos de las personas trans como parte de la agenda democrática no era parte de la agenda democrática. Esto sucedió por 2006 y también en 2019.
13. Que mis posicionamientos críticos contra prácticas institucionales cisssexistas y transfóbicas fueran señaladas como indisciplina, poca lealtad institucional, poco profesionalismo e incluso hasta llamar la atención.
14. Que durante los cuatro años que tarde en rectificar mi acta de nacimiento, se me asignarán en cuartos de hotel con hombres a pesar que mi expresión de género ya era femenina. Agradezco a mis compañeros que fueron muy respetuosos conmigo pero eso no debió suceder.
15. Que mi proceso de transición saliera a la luz pública sin mi consentimiento. Esto me llevó a tener acercamientos con la prensa que no provoque. Cuando aprendí a llevar esta relación, después se me señalaba como algo incorrecto.
16. Vivir con miedo y modificar mis hábitos de diversión cuando supe de los asesinatos de amigas cercanas como Agnes Torres y Bárbara Lezama, ambas de Tehuacán, Puebla. Además callar esos dolores porque no había con quien compartirlo.
17. Pensar muchas veces ir a una revisión médica porque no sé qué tanto tengo que hablar de mi proceso de transición sin que eso afecte mi trato o mi tratamiento. Particularmente cuando me preguntan sobre mi última menstruación o si no pienso tener hijos por mi edad.